Antes de que Colón
descubriera América, la existencia de un nuevo mundo cruzando el Atlántico, en
la forma de un continente occidental, se consideraba el sueño de un loco. Lo
mismo ocurre, en nuestra época, con la existencia de un mundo nuevo, un mundo
subterráneo, en el interior hueco de la tierra; una tierra tan desconocida para
la humanidad actual como el continente americano para los europeos antes del
descubrimiento de Colón. Por lo tanto, no hay ninguna razón para que no pueda
también ser descubierto y que se establezca su existencia como un hecho.
Amoldo de Azevedo, en su
libro Physical Geography, escribió lo siguiente sobre el mundo misterioso
debajo de nuestros pies, sobre el cual los científicos no conocen más que unos
kilómetros de profundidad, y sólo consideran teorías, hipótesis y conjeturas
para ocultar su ignorancia: “Tenemos, debajo de los pies, una inmensa
región, cuyo radio es de 6.290 kilómetros, completamente desconocida, que
desafía el egocentrismo y la competencia de los científicos”.
Esta aseveración es
verdadera. Hasta la fecha, los científicos sólo han penetrado unos
kilómetros hacia el interior de la Tierra, y no saben nada sobre qué hay más
abajo. Se aferran a conjeturas, adivinanzas y suposiciones. Muchas de las
teorías y creencias de aceptación común sobre el interior de la tierra no se
apoyan en una base científica, parecen originarse en la antigua idea
eclesiástica del fuego del infierno en el centro de la tierra. La creencia
científica de que el centro de la tierra es una masa de fuego y metal fundido
no cuenta con mayor evidencia que la religiosa. Las dos son meras suposiciones
sin un gramo de prueba. Es probable que surgiera del hecho de que cuanto más se
penetra en la tierra, mayor es la temperatura, pero es absurdo suponer que este
aumento de temperatura continúa hasta el centro de la tierra. No hay evidencia
que apoye esta teoría. Es más probable que el aumento de temperatura siga hasta
llegar al nivel donde se originan la lava volcánica y los terremotos,
probablemente debido a la presencia de muchas sustancias radioactivas en el
lugar. Después de pasar esta capa de calor máximo, no hay nada que impida que
la temperatura descienda cada vez más hasta el centro de la tierra.
La superficie total de la
Tierra es de 317 millones de kilómetros cuadrados y el peso estimado es de
6.000.000.000.000.000.000.000 de toneladas. Si la tierra fuera una esfera
sólida, el peso sería mucho mayor. Esta es una de las evidencias científicas de
que el interior de la tierra es hueco. Este autor cree que la concepción más
veraz de la estructura de la tierra se basa en la idea de que, cuando estaba en
estado fundido durante su formación, una fuerza centrífuga hizo que las
sustancias más pesadas fueran arrojadas hacia afuera, a la periferia, en forma
de rocas y metales, para formar la corteza externa. El interior quedó hueco,
con aberturas en los polos, donde la fuerza centrífuga era menor y donde había
menor tendencia a arrojar materiales hacia afuera. Sin embargo, esta tendencia
era mayor en el ecuador, lo cual explica que la tierra sobresalga en esta
región. Se estima que, como consecuencia de la rotación de la tierra sobre su
eje durante el estado de formación, se formaron depresiones polares y
aberturas, que miden alrededor de 2.260 kilómetros de diámetro.
También presentaremos
evidencia que indica que parte del fuego y materiales incandescentes originales
permanecieron en el centro de la tierra, para formar un sol central, por
supuesto mucho más pequeño que el nuestro, pero capaz de emitir luz y permitir
el crecimiento de plantas. Además, veremos que la aurora boreal, o rayos de
luz, que iluminan el cielo ártico por la noche provienen de este sol central
cuyos haces pasan a través de la abertura polar. Por lo tanto, si la tierra fue
una bola de fuego y metal fundido en su origen, parte de este fuego permaneció
en el centro, mientras la fuerza centrífuga hizo que la materia sólida fuera
arrojada hacia la superficie, a causa de la rotación sobre el eje. Esta materia
formó una corteza sólida y el interior quedó hueco con una bola de fuego en el
centro, que formó un sol central que proporciona iluminación para las plantas,
los animales y los humanos.
La primera persona que
presentó esta teoría de que la tierra fuera hueca con aberturas en los polos
fue un pensador de los Estados Unidos, William Reed, autor del libro Phantom
ofthe Poles, publicado en 1906. Aquí encontramos la primera recopilación de
evidencia científica, basada en informes de exploradores árticos, que apoyan la
teoría de que la tierra es hueca con aberturas en los polos. Reed calcula que
la corteza de la tierra tiene un grosor de 1,300 kilómetros y que el interior
hueco tiene un diámetro de 10.300 kilómetros. Reed resume su teoría
revolucionaria de la siguiente manera: “La tierra es hueca. Los polos, tan
buscados, son fantasmas. Existen aberturas en las extremidades norte y sur. En
el interior hay vastos continentes, océanos, montañas y ríos. La vida vegetal y
animal es evidente en este nuevo mundo, y es probable que esté poblado por
razas desconocidas para los habitantes de la superficie terrestre.”
Reed señalaba que la
tierra no es una verdadera esfera, sino que está achatada en los polos, o que
comienza a achatarse cuando uno llega a los hipotéticos polos, que en realidad
no existen porque allí están las aberturas que dan al interior hueco. Por lo
tanto, los polos están en el aire, en el centro de las aberturas polares y no
en la superficie como suponen.
Reed afirma que es
posible descubrirlos porque la tierra es hueca en esos polos, que en realidad
están en el medio del aire, debido a la existencia de las aberturas polares que
dan al interior. Cuando los exploradores creían llegar al polo, era porque los
confundían el comportamiento extraño de la brújula a latitudes tan altas, al
norte y al sur. También dice que esto ocurrió en el caso de Peary y Cook,
ninguno de los cuales de veras llegó al Polo Norte, como veremos más adelante.
Entre las latitudes de 70
y 75 grados al norte y al sur, la tierra comienza a hacer una curva hacia
adentro. El polo es sólo el borde externo de un círculo magnético alrededor de
la abertura polar. En el pasado reciente,
los exploradores árticos soviéticos demostraron que el polo norte magnético,
una vez creído un punto en el Archipiélago Ártico, es una línea de
aproximadamente 1.600 kilómetros de largo. Sin embargo, como ya señalamos, es
una línea circular, no recta, que constituye el borde de la abertura polar.
Cuando un explorador arriba al borde, ha llegado al polo norte magnético; y
aunque la brújula siempre apunta hacia allí al pasarlo, en realidad no es el polo
Norte (a pesar de que uno cree que sí y que descubrió el polo). Al llegar a
este círculo magnético (el borde de las aberturas polares), la aguja magnética
de la brújula apunta hacia abajo. Muchos exploradores árticos han observado lo
mismo después de alcanzar latitudes altas, cerca de 90 grados, y se sintieron
confundidos por la acción inexplicable de la brújula y su tendencia a apuntar
hacia arriba. (Se encontraban en las aberturas polares, y el compás apuntaba
hacia el polo norte magnético, que estaba en el borde de la abertura.)
A medida que la Tierra
gira sobre su eje, el movimiento es giroscópico, como el de un trompo. El polo
giroscópico externo es el círculo magnético del borde de la abertura polar. Más
allá del borde, la tierra se achata y se inclina en forma gradual hacia el
interior hueco. El verdadero polo está en el centro de la abertura de los
polos, que, por consecuencia, no existen. Aquellos que afirmaron descubrirlos
no dijeron la verdad, aunque así lo hayan creído. Los confundió la acción irregular
de la brújula en latitudes elevadas. Por esta razón, ni Cook, ni Peary, ni
ningún otro explorador llegaron a los Polos Norte y Sur, y nunca lo harán. Apareció
un artículo muy interesante sobre este tema en la edición de marzo de 1962 de
Flying Saucers, escrito por su editor, Ray Palmer, quien cree que los platillos
voladores provienen del interior de la Tierra y salen por las aberturas
polares. El artículo se titula “The North Pole - Russian Style”. Describe los
increíbles descubrimientos de los exploradores árticos rusos, que confirman la
teoría de la tierra hueca con aberturas polares, así como lo hacen las
observaciones de los exploradores árticos a los que nos referiremos más
adelante. El artículo tiene el siguiente subtítulo: “Más evidencia de
tierras misteriosas en los polos. Doscientos años de exploraión le han dado a
los rusos un nuevo concepto del polo, que vuelve obsoleta toda geografía
anterior. ¡Estos son los hechos irrefutables!”. Citaremos de este articulo:
“Muchos lectores se acordarán de los artículos en que damos cuenta de
nuestras teorías de que hay algo misterioso en el área polar de la tierra.
Hemos sugerido que hay mucha más ‘área’ en los polos de lo que es posible
representar en el mapa del globo. Hemos señalado los extraños vuelos del
Almirante Byrd más allá del polo; también el caso de las montañas perdidas y el
hecho de que un arma (militar) desestimara la habilidad cartográfica de otras
ramas del mismo ejército. Inclusive hemos sugerido que la tierra es hueca y que
existen aberturas gigantes de 3.400 kilómetros en los polos y hemos afirmado
que hay abundante evidencia de estas aberturas. También hemos señalado que
existe mucha reserva y ambigüedad sobre las áreas ártica y antártica. Asimismo,
hemos sugerido que los platillos voladores tal vez provengan de esta área
misteriosa o de adentro de la tierra. Una de nuestras afirmaciones más
insistentes es que, hasta el momento, nadie llegó al Polo Norte; todas las
afirmaciones de que se llega, son falsas, porque el polo no es un punto al cual
se pueda ‘llegar’ en el sentido aceptado de la palabra. Hemos puesto en tela de
juicio a aquellos pilotos que afirman volar sobre el Polo Norte todos los días.
En el caso del aviador de los Estados Unidos, explicamos la maniobra estándar,
que imposibilita que vuele más allá del polo porque lo cruza. (Es decir, cruza
la abertura polar en lugar de entrar en ella. El autor.) Debido a dificultades
de navegación que se originan en las brújulas de toda clase, un aviador
‘perdido’ (cuyo compás no funciona como es debido) recobra su ubicación al
doblar en cualquier dirección, hasta que la brújula retoma su funcionamiento
normal. Las aerolíneas comerciales, cuya publicidad se jacta de volar
varias veces por día sobre el polo, exageran la realidad por 3.700
kilómetros. (Sólo cruzan el borde magnético de la abertura polar, donde la
brújula registra el grado más alto del norte, pero no llegan al Polo Norte, que
es el punto central de la abertura polar.
CREDITOS:TITO Martinez(muy buen trabajo)
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